NIÑOS Y LESIONES DEPORTIVAS
Lesiones deportivas
Cada año, en Estados Unidos, se producen alrededor de 3,5 millones de lesiones deportivas en niños menores de 14 años. Como cada vez más niños participan en actividades deportivas organizadas, y comienzan a participar a edades cada vez más tempranas, el riesgo de lesiones deportivas es mayor, sobre todo por sobrecarga.
Este riesgo es especialmente elevado en los niños que participan un solo deporte todo el año, que pasan de una temporada deportiva a la siguiente sin descanso, o en los que juegan en equipos de alto nivel. Algunos niños intentan jugar cuando están lesionados por temor a ser relegados del equipo.
En general, las normas de prevención de lesiones son las mismas tanto en los deportistas infantiles como en los adultos, entre ellas la necesidad de que hagan un calentamiento apropiado y que apliquen técnicas de estiramiento. Algunos expertos creen que los niños menores de 10 años deben participar en una amplia gama de actividades en lugar de especializarse en un solo deporte. La especialización puede hacer que los niños desarrollen solo un grupo de músculos, aumentando el riesgo de lesiones. Es muy importante el uso de un equipo adecuado que esté correctamente ajustado. El equipamiento de seguridad como cascos, protección ocular, protectores bucales, rodilleras y coderas indicados para cada deporte puede ayudar a evitar lesiones. Algunos deportes tienen normas específicas sobre la cantidad de tiempo que los niños pueden entrenar o jugar. Por ejemplo, en el béisbol se ha establecido un número de lanzamientos basado en la edad del lanzador.
El dolor durante una actividad o el dolor excesivo tras la misma pueden ser indicios de una lesión por sobrecarga. El hecho de que se necesiten hielo y analgésicos tras el ejercicio puede ser indicativo de una lesión. Si el dolor o las molestias originan cambios en la marcha, en la mecánica del cuerpo o en la técnica del deporte, puede sobrevenir un problema de sobrecarga. Algunos niños no se quejan de dolor, pero consiguen menos logros o disfrutan menos con el deporte y experimentan cambios de humor o en el rendimiento escolar.
En las adolescentes, tener antecedentes de fractura por fatiga puede ser signo del síndrome de la tríada de la mujer deportista: osteoporosis, alteraciones menstruales y una dieta inadecuada. Aunque ningún deportista es inmune a las consecuencias de una nutrición inadecuada, las mujeres jóvenes que tienen mayor riesgo son las que participan en actividades de resistencia o deportes de «espectáculo», como el patinaje artístico, la gimnasia o la danza.
Fuente: msdmanuals
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